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Perfumes

El mundo del perfume

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A finales del siglo XIX la industria de la perfumería francesa empleaba a más de veinte mil personas y realizaba un tercio de su cifra de negocios gracias a sus exportaciones. 

La Exposición Universal de París consagró en 1900 ese éxito. El sector dedicado a la perfumería se hallaba espléndidamente decorado con una fontana central que unía entre sí a los distintos expositores. Estos se habían encargado a grandes artistas del “Art Noveau” para decorar sus espacios. Fue así como Héctor Guimart, creador de la decoración de las bocas del metro de París, diseñó los frascos del perfumista Maillot, y el grafista Alfons Mucha se distinguió con Hubigant.

El frasco, el envoltorio y la publicidad

Lo cierto es que, poco a poco, la percepción del perfume había cambiado. Aparte de la fragancia, otros elementos eran muy importantes, como el frasco, su envoltorio y la publicidad de su entorno. Los perfumistas se unieron a grandes nombres de la vidriería (Lalique, Baccarat), a grandes grafistas y a notables publicistas. La colaboración entre el perfumista François Coty y René Lalique fue una de las más fructíferas pues permitió al cristalero perfeccionar sus técnicas y producir, además de los frascos destinados a Coty, los recipientes de otros perfumistas, como Orsay, Guerlain, Lubin, Molinard, Piver, Roger y Gallet, Volnay…

Otros vidrieros contribuyeron a la ascensión de la industria del frasco. Para empezar, Baccarat con la creación de numerosos frascos Guerlain (Mitsouko, Shalimar, Coque d’or…), Desprez Hubigant y Caron (Narcisse noir); las vidrierías Brosse, más tarde, que obtuvieron el aplauso general a partir de los años 20 con el soberbio frasco sobrio y depurado del nº 5 de Chanel y la famosa bola negra del Arpége, de Jeanne Lanvin.

La evolución

Con respecto a los perfumes, no cesaron de evolucionar, escapando ya al reino de lo efímero y la aproximación. François Coty fue el primero en asociar en sus composiciones aromas naturales con fragancias reconstituidas artificialmente. El origen que creó en 1905, es el primero de los grandes perfumes modernos. En 1917. creó el Chypre, que se convertiría en una familia olfativa de ese nombre, con el musgo de encina, láudano, pachulli o bergamota… Fragancias llamadas orientales o ambarinas se desarrollaron, constituidas por olores suaves, pulverizados, vainillados o procedentes de animales.

Si los productos de síntesis elaborados en laboratorios habían revolucionado la composición de los perfumes a finales del siglo XIX, una nueva categoría de perfumistas iba a trastornar la perfumería, la de los modistos, en 1911, Paul Poiret, que ya era famoso por haber liberado a la mujer del corsé, fue el primero en tener la idea de difundir un perfume para completar sus líneas de ropa. Bautizó a sus perfumes como “Les Parfums de Rosine”, en honor a su hija mayor. Pero si Poiret tuvo el ingenio de asociar la alta costura con la perfumería, no comercializó su idea. Lo que sí hizo Gabrielle Chanel, que lanzó en 1921 un perfume que llevaba su firma. Y no fue un golpe de ensayo sino un golpe maestro. El ya legendario nº5, creado por Ernest Beaux, fue el primer perfume que incorporó aldehidos, productos sintéticos muy potentes que aportaron, aparte de su olor, un gran poder de difusión en las composiciones. Lanvin utilizó, a su vez, esos productos en su Arpége,

En los años 30, nacieron fragancias llamadas “cuero”, con notas secas recordando el olor del cuero e inflexiones florales (Scandal, de Lanvin o Cuir , de Chanel). Los aromas florales evolucionaron con perfumes como Je reviens de Worth (1932), Fleurs de Rocaille de Caron (1933) o Joy de Jean Patou (1935). Después de la Segunda Guerra Mundial se produjo una evolución de la forma “chypre” con Femme de Rochas (1944), Ma Girffe de Carven o Miss Dior (1947). L’ Air du Temps de Nina Ricci (1947) aportó una nueva dimensión a la familia floral, lo mismo que Vent Vert de Balmain (1945). En los años 50, la perfumería francesa estaba en su apogeo. Detrás de Poiret, Chanel, Worth, Lanvin y Patou, todos los grandes nombres de la moda se habían concentrado en el perfume: Elsa Schiaprelli (cuyos frascos, a imagen del personaje, seducían por su originalidad), Pierre Balmain, Carven, Jacques Fath, Christian Dior, Nina Ricci, Hubert de Givenchy. 

Perfumes masculinos

Francia siempre ha contado con los mejores fabricantes de perfumes. Entre ellos, Edmond Roudnitska aportó una pequeña revolución en la perfumería con el empleo de la hediona que utilizó en su creación masculina Eau Sauvage. Fue, en efecto, en esa época cuando lograron alcanzar la cumbre los perfumes para caballero. Y así, en ese período se intensificó la competencia internacional con la creación de perfumes fuera de Europa. 

Hoy día, el perfume es más que nunca una industria de lujo que, como todos los sectores económicos, no escapa a ciertas imposiciones, Las “narices” no pueden contar ya sin la lógica implacable de los servicios de marketing y deben seducir a una clientela siempre más exigente. Si el perfume del siglo XX se  enriqueció con los avances de la química en los olores, el del siglo XXI  se ajusta a las modas, incorporando tecnologías tan revolucionarías como la genética o la inteligencia artificial, quemarca con precisión lo qye les gusta a las consumidoras de cada sector.

El frasco y el packaging que tuvieron una importancia desmesurada impulsados por el marketing, han pasado  en los últimos años, a segundo lugar, desplazados por la venta online y por el lanzamiento de numerosas marcas de perfumería nicho que dan más importancia al contenido que al continente y por la aparición de marcas blancas,

De cualquier forma, el perfume sigue siendo el regalo recurrente para cualquier ocasión,:  aniversarios, cumpleaños y sobre todo en Navidad, que es cuando se disparan las ventas de este producto.

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