Cultivar
el arte de la amistad
Raquel Rodríguez
de Bujalance
Dice
el proverbio que un amigo es un tesoro y todo el mundo que posee
un tesoro cuida de él y pone todos los medios a su alcance para
que no disminuya, ni se pierda sino, en todo caso, para que
aumente.
Sin
embargo, la aceleración con que se vive hoy está haciendo que
decaiga el cultivo de la amistad, el trato frecuente de los amigos
entre sí, la conversación reposada, las horas compartidas. Se
puede dar el caso de que personas que se quieren mucho y viven en
la misma ciudad estén sin verse y sin hablarse, ni siquiera por
teléfono, varios meses seguidos.
EL AMOR DE AMISTAD
Filósofos
y pensadores están de acuerdo en afirmar que el amor de amistad
es uno de los más elevados, es una unión de espíritus, en el
que la comprensión mutua, el don que se intercambia, el apoyo que
se da y se recibe llega a ser de los más
gratificantes que una persona puede recibir.
Pero
la amistad no surge de la noche a la mañana. Requiere cubrir unas
etapas hasta llegar a cuajar en algo verdadero. Y entre esas
etapas está, sin lugar a dudas, la del trato frecuente el
intercambio de opiniones y sentimientos.
EL TIEMPO NECESARIO
Se
precisa posibilidad de compartir experiencias, diálogo tranquilo
e intercambio de intimidad. Por eso las mejores amistades se
fraguan entre estudiantes de un mismo curso, compañeros de
trabajo, vecinos...Personas que coinciden habitualmente y pueden
ir profundizando en el trato.
Inicialmente
se establece una simpatía mutua. Cada uno encuentra en el otro
una serie de cualidades aceptables y ciertas afinidades por las
que le resulta agradable el tiempo que pueden pasar juntos. La
simpatía mutua predispone a hacer más frecuentes los encuentros
para seguir charlando de las cosas más dispares. Se pasa así al
momento en que se hacen confidencias, se comunica al otro eso que
nunca se ha dicho a nadie porque el sujeto intuye que va a ser
comprendido. Se establece una solidaridad. Cada uno sabe que va a
tener un apoyo en el otro, que en caso de apuro va a contar con
una ayuda no tanto material -que a veces se sabe que es imposible-
sino moral.
SE CUENTA CON LA LEALTAD
Algo
fundamental entre amigos es la lealtad. Está hecha de sinceridad
y de afecto. El amigo dice siempre la verdad, que puede ser en
ocasiones, amarga, pero que por ir acompañada de amor, es una
verdad constructiva y ayuda a encontrar solución al error.
Una
buena amistad necesita del crisol de las dificultades hará que se
consolide o se reconozca como tal. Un buen amigo no es el que da
siempre la razón, sino quien entiende las razones que se pueden
tener para obrar de una determinada manera pero que es capaz de señalar
los errores.
La
lealtad exige que se hable bien del amigo cuando él no está
presente. Exige que se preste ayuda en todos los momentos
necesarios. Que se pueda contar siempre con él.
RECUPERACIÓN DE AMISTADES
Es
necesario saber cultivar las amistades que se poseen y estar
abiertos a nuevas amistades. Cualquier edad de la vida es buena
para iniciar una nueva amistad y merece la pena tenerlo en cuenta
para no perder ninguna ocasión que se presente al paso.
¿Cuántos
amigos están siendo olvidados por el simple sistema de no tener
trato con ellos? En los planes de cada semana habría que marcarse
un tiempo para los amigos en una operación que podría llamarse
"recuperación de amigos". Hay muchos ratos de ocio que
se llenan por el cómodo e individualista método de conectar la televisión, navegar
por internet, jugar en el videojuego o escuchar música del ipod
con los cascos puestos y que, sin embargo podrían ser mucho más
gozosos si se dedicaran a estar con amigos.
ABIERTOS A TODO EL MUNDO
Estar
abiertos a la amistad es una señal de juventud de espíritu. Con
quienes ahora mismo se tenga un contacto obligado por razones
profesionales, de vecindad, etc. son -pueden ser- amigos en
potencia. Bastará forzar un poco la
comunicación con ellos para descubrir que esa personas son mucho
más agradables que el mero formulismo coloquial puede hacer
sospechar. Una invitación a tomar algo juntos o a la propia casa
sería el primer paso para profundizar en el conocimiento mutuo y
llegar luego a una amistad inicial. La aceleración, de que se
hablaba al principio, puede ser un tanto positiva en el sentido de
quemar etapas y pasar pronto a tratarse como auténticos y
verdaderos amigos. Vale un tesoro intentarlo.
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